Inauguración: 22 de Agosto de 2013 Cierre: 20 de Septiembre de 2013 Registro fotográfico: Federico Robledo, Gustavo Nieto & Fausto Verón
Una ficción de destrucción a través de un trabajo de construcción. Dos ficciones: la actual, la de la intervención, la de la pared destruida a medias; y la ficción pasada: ¿qué función cumplía esa pared cuando estaba entera? Y no hay flashbacks. En esa segunda ficción la pared podría haber dividido la sala en dos habitaciones cerradas, o esas habitaciones podrían haber estado comunicadas por una puerta.
La otra opción hubiera sido la intrusión deforme, la aberración; y su consecuente demolición, siempre a medias, porque no-se-puede tirar todo, porque nunca se puede.
¿En la repetición buscamos el cambio? Lo que no puedo dejar de hacer es lo que no sé por qué hago. Sé que lo empecé a hacer. Hubo una oportunidad, un espacio que fue ocupado por lo que estaba más a mano (hasta quizás un impulso con consecuencias retributivas, “engancharme haciendo”). Creo que ahí interviene el azar. El impulso de repetición puede ser dañino o no (o pude no serlo al principio). En “El resplandor” de Kubrick, la esposa del escritor le revisa la pila alta de papeles de la novela que está escribiendo. Lo único que hay escrito es la frase: “All work and no play makes Jack a dull boy” (un proverbio que significa que el trabajo sin ocio te vuelve gris y aburrido), una y otra vez, miles de veces. Me parece el momento más escalofriante de la película.
Unos meses antes que muriera mi hermana, en una de esas actividades en familia, desempapelamos la casa entera.
Mojábamos las paredes con agua y con una espátula sacábamos unas tiras largas de papel con engrudo reblandecido.
Yo era chico. Después no hubo plata y no se pudo comprar el papel y quedó el revoque al aire. Al poco tiempo las paredes se llenaron de cosas escritas por mí y mis hermanos.
Cuando murió mi hermana la casa seguía sin empapelar. Durante dos años, aunque ya había dinero, nadie se ocupó de las paredes.