Hernán Camoletto (Rosario), Gabriel Chaile (Tucumán-Bs As), Alfredo Frías (Tucumán), Jéssica Agustina Gómez (Córdoba), Berny Garay Pringles (San Juan)
Inauguración: 15 de Mayo de 2014 Cierre: 31 de Mayo de 2014 Registro fotográfico: Gustavo Nieto
CAUDAL
“Pienso en lo que está a mi alrededor. Pienso alrededor de qué estoy yo”, remarqué con resaltador digital del texto de J. Estoy en la computadora otra vez, leo que una chica escribió “el orden de los factores altera lo simbólico”, tengo abierta la imagen del axioma de elección y el video que me mandó A detenido cuando el personaje dice: “quisiste inventar el amor”. Sé que todo lo que quisiera decir en este texto está escondido en las charlas de este mes; cuando hablamos de las cosas alrededor de nosotros, de nuestras obras, de nuestras carpetas, de nuestras colecciones, de las teorías de conjuntos, de los tornados.
Hay olor a humedad. No hace calor no hace frío. El hielo en mi vaso se derrite, el tiempo. Escucho el ladrido de perros que no son míos. Pienso en estar rodeada de vida, en estar latiendo.
Tengo un montón de fotos y clips de videos, yo también. Tengo una herida, yo también. Tengo miedo, yo también. Hago covers, yo también.
Me sorprendo todos los días de las fotos que sube H, me hace pensar en el lenguaje de las imágenes, la condensación, me fascina como puede generar esa correspondencia conmovedora, solo con señalamientos.
A escribe sobre su carpeta escondida y dice algo del pudor ajeno. G dice que tiene una colección de hombres trabajando en excavaciones. B me habla de dar, de su mirada en situaciones de tránsito, en soledad.
Vuelvo a pensar en la economía, en el intercambio; busco imágenes de huertas, escribo la palabra “ofrendas”.
Nos dijimos muchas cosas, nos levantamos la piel y buscamos la mirada del otro. Empezamos a modelar un volcán, antes de terminarlo ya estaba en erupción. Un volcán de nosotros.
Me pidieron una consigna y canté sobre el teclado: no tengo máscara/no tengo disfraz/ni señales para guiarme/al menos hoy /al menos hoy.
Todos parecen muy ocupados con alguna cosa. Intento entender qué sienten. Esta semana crucé un océano dormida, no entendí la distancia. Muchas cosas me pasaron por primera vez en poco tiempo. Caminé con fuerza contra el viento, no había viento.
La memoria del cuerpo no deja de sorprenderme. B me escribió sobre la necesidad de transformar esa energía móvil de lo que hacemos en un pensamiento sólido colectivo. Con A hablamos del archipiélago que conformamos. Siempre hablamos de cambiar y siempre hacemos lo mismo, no sé. Si nos corremos un centímetro de nuestro acuerdo de sentido todo se vuelve absurdo. Qué sentido tiene. Sigue siendo nuestro acuerdo cuál es el límite. “El respeto y el deseo a veces se llevan sospechosamente bien”, anoto en un papel.
B me dice: nada me impacta como aquel que produce una experiencia donde no se puede delimitar el campo, lo que hablamos: los límites. Lo estipulado, lo nombrado, eso… eso es la perdida de los límites, aquello que no puede ser nombrado. Hay que coleccionar documentos porque las experiencias son intransferibles.
J dice en un mail “nos cuesta nombrarlo, decirlo con claridad, pero hablamos de qué forma hacemos cosas viajando y de qué forma hacemos cosas acá”.
No perdamos el asombro, le dije a una señora que me trata de confundida porque me moví de lugar y siento extrañeza. Vuelvo a pensar en las trampas, y en los juegos.
Escribí en mi cuaderno “El arte no está separado de la vida. El arte es la descripción de las vidas que vivimos. El arte está por todas partes. Nuestra manera de crearlo, de verlo y de analizarlo está en constante evolución. Ese constante desarrollo, esa transformación incesante del arte, es la necesidad de buscar, de conocer, de dudar. Asimilamos toda una gama de datos psicológicos, estéticos, políticos y emocionales, para luego crear formas (…). Echaba de menos el ejercicio de volver a donde empecé, de reconsiderar las premisas más básicas, de plantearme de nuevo las primeras preguntas”, copié esto de un libro que compré en una isla, lo traduje, es lo que entendí, pensé en Pierre Menard.
Le escribo a P: es inevitable construir supuestos en base a nuestra propia lógica, pero al aventurarte a conocer a otro te expones, ya sabes, a encontrar otros sentidos y consecuencias de X eventos y procesos, bueno: eso. Él dice: antropología. Yo: arte.
S me dice en un chat: “ya sabemos que con el silencio se tapa muchas cosas pero la única forma de tapar imperfecciones es con la oscuridad y ahí uno se pierde la belleza del otro. No da”.
Tengo muchas ventanas abiertas en la pantalla, con mapas y definiciones de enciclopedia y noticias intrascendentes y planes de consumo o comunicación. Tengo como cuatro mil fotos del viaje, todas las fotos se parecen a otras que ya vi, o que no vi. Casi todo me cansa, menos buscar imágenes, guardarlas.
En este encuentro todos estamos incómodos. Todo está crudo o vomitado.
Hablo en singular y en plural.
El volcán está aquí, imágenes que nos exponen, quizás. La invitación fue hacer un desplazamiento, mirar qué guardamos y qué compartimos. Surgió este caudal, que también puede ser una montaña rusa, o alguna cosa que no se pueda nombrar.